13 años sin Amy Winehouse, una joven vulnerable que no pudo soportar el peso de la fama
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Fuente: RTVE
Una joven vulnerable que no pudo soportar el peso del éxito y falleció a los 27 años por una intoxicación etílica.
A Amy Winehouse le quedaban muchas canciones por escribir, decenas de discos por grabar y multitud de estadios por abarrotar. Por eso el mundo del entretenimiento aún la llora y la recuerda. Hoy se cumplen 13 años de su fallecimiento, un final tan tráfico como esperado. Los excesos que inspiraron su música, fueron también los que provocaron su muerte cuando solo tenía 27 años. Una joven vulnerable que no pudo soportar el peso del éxito. Su ascenso meteórico en la industria complicó aún más sus adicciones, que acabaron destruyéndola. La artista británica fue encontrada sin vida en su casa en Camden Square, al norte de Londres. Según el informe forense, murió por una intoxicación etílica accidental.
Su último concierto fue en Belgrado, un mes antes de su muerte. El evento pretendía ser el inicio de su gira de regreso, pero acabó siendo el más desastroso y también el más célebre. Amy casi no era capaz de mantenerse en pie y le costaba hablar, se olvidaba de sus propias letras y se tambaleaba. El público no dejó de abuchearla en ningún momento. Su última aparición pública fue unos días antes de fallecer, cuando se unió a su ahijada Dionne Bromfield en el escenario de The Roundhouse en Camden.
El ascenso y caída de una estrella
Amy Winehouse nació en Londres, su padre, Mitch, era taxista y su madre, Janis Seaton, farmacéutica. Se separaron cuando ella tenía 9 años, un punto de inflexión en su vida. Creció en los suburbios del norte de Londres y se interesó por la música desde pequeña. De hecho, cuando tenía solo 10 años, ella y una amiga formaron un grupo de rap, Sweet ‘n’ Sour. Winehouse saltó a la fama en 2006 con el álbum Back to Black, cuya mezcla de jazz, soul, rock y pop clásico fue un éxito mundial. Ganó cinco premios Grammy y acabó convirtiéndose en una de las estrellas más reconocidas de su generación. Hoy es considerada la diva del soul.
En mayo de 2007 se casó con el parásito de la industria musical Blake Fielder-Civil. Él admitió que fue él quien había introducido a la cantante en el mundo de las drogas. «Cometí el mayor error de mi vida acercando la heroína a Amy. Sin mí no hay duda de que ella nunca habría llegado a esta situación», confesaba durante una entrevista en 2008. Una relación tóxica que acabó en divorcio un año después.
Su caótica vida personal, sus adicciones, desórdenes alimenticios y relaciones destructivas se acabaron apoderando de su carrera. En 2010, Winehouse se declaró culpable de agredir a un director de teatro que le pidió que dejara un programa navideño familiar porque había bebido demasiado. Un mes antes de su muerte, Winehouse canceló su gira de regreso a Europa para recuperarse. Algo que nunca llegó a suceder, pero ni siquiera su trágico final pudo acabar con su exitosa carrera.
Los excesos que inspiraron su música y provocaron su muerte
Imposible olvidarse de su música y de esa poderosa voz, pase el tiempo que pase. Amy Winehouse dejó un legado que ya forma parte de la historia. Los excesos inspiraron muchas de sus canciones, en las que reflejaba cómo se sentía en cada momento. Una vía de escape que no fue suficiente para la artista británica. Antes de fallecer, estuvo luchando contra sus adicciones, aunque no siempre estuvo muy receptiva con la idea de la rehabilitación. Rehab, el sencillo de su segundo álbum de estudio Back to black. La letra de la canción dejaba bien claro su postura respecto a un posible ingreso: «No, no no«.
Tan solo dos discos le hicieron falta para seguir viva en la música. Meses después de su muerte, se publicó su álbum póstumo: Lioness: Hidden Treasures. Entre sus canciones, una que habla de la tormentosa relación con su exmarido Blake Fielder-Civil y también Body and soul, que grabó con Tony Bennett.