El 23 de noviembre de 1973 muere el compositor de corridos y rancheras José Alfredo Jiménez

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Información procedente del Diario El Mundo

Dicen que cuando José Alfredo Jiménez se enteró de que le quedaban dos meses de vida llamó por teléfono a su amiga Chavela Vargas para invitarla a correrse «una última juerga» en la cantina de siempre. Su fiesta de despedida en El Tenampa, ubicado en la icónica plaza de Garibaldi de la Ciudad de México, duró tres días y tres noches cargadas de tequila y rancheras que todavía hoy, medio siglo después de su muerte, siguen siendo himnos para la sociedad mexicana.

El cantante y compositor de El Rey, Si nos dejan o En el último trago tuvo una vida intensa -fue futbolista profesional, se casó tres veces y compuso más de 300 canciones- pero muy breve, por culpa de una cirrosis provocada por los excesos con el alcohol, que le llevó a la tumba cuando sólo tenía 47 años.

La sociedad mexicana se volcó en 2023 para homenajear al embajador de las rancheras con motivo del 50º aniversario de su muerte, que ocurrió en noviembre de 1973. En total, el Gobierno federal programó más de 80 actividades consagradas a su legado: conciertos en el Palacio de Bellas Artes, conferencias, exposiciones y documentales en el Festival Internacional Cervantino o trasladar la celebración del Festival José Alfredo Jiménez a su ciudad natal, en Dolores Hidalgo.

La inmensa mayoría de los mexicanos no le conocieron en vida, pero la calidad de sus composiciones, infinitamente versionadas por otros artistas como Luis Miguel, Juan Gabriel o Vicente Hernández, le han garantizado un espacio privilegiado en el olimpo de la música tradicional mexicana. Su vida, intensa y fascinante, alimentaron su leyenda.

El 19 de enero de 1926 José Alfredo nació en Dolores Hidalgo, la cuna de la Revolución mexicana desde la que el cura Hidalgo lanzó su soflama insurgente en 1810. Hijo de un químico y un ama de casa que regentaban una farmacia, su vida se truncó cuando tenía 10 años y su padre falleció prematuramente. Tras vender el negocio y todos sus bienes, la familia se trasladó con unos familiares a la capital del país para poner una tienda de ultramarinos que no prosperó. José Alfredo se vio entonces obligado a dejar sus estudios para trabajar y ayudar con la economía familiar. Trabajó de camarero y tuvo una breve carrera en el fútbol profesional como portero del Oviedo, un club de la popular colonia de Santa María de la Ribera.

Futbolista
Antonio Carbajal, el único futbolista mexicano en disputar cinco Mundiales, compartió equipo con el joven compositor y, según desveló en una entrevista, «cuando menos lo pensábamos, volteábamos y ya no estaba. Le llegaba la inspiración y se iba a escribir por ahí».

Jiménez no tardó mucho tiempo en abandonar su lugar bajo los arcos para probar suerte como camarero en varias cantinas. Ahí fue donde empezó su relación con la música: escribió sus primeras letras y aprendió de los mejores mariachis de la capital. En 1948, acompañado por el trío Los Rebeldes, se estrenó en la radio y dos años más tarde, lanzó Yo, el primero de una larga lista de éxitos reconocidos con más de 100 premios internacionales, entre ellos 16 discos de oro.

Joaquín Sabina explicaba que con José Alfredo Jiménez «pasa lo que ocurre con los grandes de la canción: sí sabéis quién es, pero no sabéis que lo sabéis». Los grandes artistas de su tiempo se peleaban por sus composiciones, las cuales abarcaban un amplio abanico de géneros, como el bolero, el corrido, la balada o el huapango. Entre otros, escribió letras para Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solís o la española María Dolores Pradera. En el libro Cuando te hablen de amor y de ilusiones, el escritor Juan Villoro sostiene que en las canciones de Jiménez «México pudo verse en el espejo. El rencor, el despecho, la nostalgia dolorida, el revanchismo, la idolatría romántica, la desaforada necesidad de querer, ¡las chingadas ganas de llorar a gusto!». El cantante también participó en varias películas de la época de oro del cine mexicano, como Póquer de ases (1952) o Guitarras de medianoche (1958).

La Herencai
Jiménez se casó tres veces y tuvo seis hijos, aunque sólo su primogénito siguió sus pasos en la música, hasta que falleció en 2021 de un infarto. Actualmente, más de 30 familiares se disputan la desconocida y millonaria herencia del patrón de las cantinas, la cual sigue creciendo gracias a los derechos de autor de sus composiciones. Jiménez decidió dejar como beneficiarios a su madre, hermanos y sobrinos, además de su tercera esposa, Paloma Galván. Varias de esas personas ya murieron, y es por ello que existen más de 30 herederos que son acreedoras a esa fortuna.

Los excesos con el alcohol convirtieron los últimos meses de vida del artista en un auténtico infierno, postrado en la cama de un hospital, sufriendo desmayos y dolores intensos de abdomen. Saber que su muerte era inminente le permitió tomar decisiones sobre la manera en la que tendría que ser despedido.

Rechazó ser enterrado en un lugar preeminente de la capital. Él quería estar en su pueblo natal. Su última voluntad se cumplió y en 2023, cientos de seguidores se acercaron a rendirle un homenaje a su tumba, ubicada bajo una enorme estructura multicolor con forma de sombrero charro, donde se puede leer, tal y como en la letra de su popular canción Camino de Guanajuato: «La vida no vale nada».

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